Bali

Bali, la joya de Indonesia en el océano Índico

Bali, la joya del océano Índico, es una isla en Indonesia. Es un lugar de una belleza increíble, donde reinan la armonía, los colores, los paisajes idílicos y la sonrisa de los balineses. La llaman la Isla de los Dioses y te maravillará con sus lagos, volcanes, arrozales esculpidos en las colinas y su mar azul turquesa.

Bali es una provincia de Indonesia que abarca la isla de Bali y otras menores como Nusa Penida, Nusa Lembongan y Nusa Ceningan. La isla de Bali, cuya capital es Denpasar, es el principal destino turístico de Indonesia. Está localizada en la parte más occidental de las islas menores de la Sonda, junto con Java y Lombok.

Llegar a Bali es llegar al paraíso, donde las preocupaciones y el malhumor se esfuman con el aroma de las flores, la música, el perfume y sus gentes.

La isla de los artistas

Todos los balineses son artistas. Pintan, cantan, bailan y trabajan la madera, la piedra y el bronce. Y todo lo hacen a la perfección. Tres millones de artesanos cubren todas las artes sin casi darse cuenta. Cada balinés lleva en su interior un espectacular sentido de la belleza, lo que convierte a este pueblo en uno de los más sensibles del planeta.

No es casual el refinamiento del arte del que hacen gala. A Bali emigró gran parte de la aristocracia cultural de la isla de Java que huía de la islamización, lo mejor de una sociedad culta e ilustrada.

Los Balineses son una bella raza producto del mestizaje (malayos, polinesios, chinos e hindúes). Profesan el hinduismo dentro de un país mayoritariamente musulmán. Las mujeres tienen rasgos muy bellos y cuerpos exuberantes, retratados en pinturas y esculturas.

Ubud, en el centro de la isla, es conocida por ser un centro de danza y artesanía tradicional. Una visita a la ciudad de los pintores te permitirá comprar algún cuadro eligiendo entre diversos estilos, técnicas y precios.

Bali rural: arrozales y paisajes de ensueño

Es el Bali auténtico, el Bali del interior de las montañas lejos de los ruidosos centros turísticos costeros. Es imprescindible viajar al interior de la isla para maravillarse con sus paisajes. Aquí el tiempo parece haberse detenido hace doscientos años.

El arroz es el principal cultivo de Bali y está presente en toda su gastronomía. Las terrazas de arroz se sitúan en las laderas de las montañas y constituyen la postal idílica de Bali, sobre todo cuando están bien verdes y llenas de agua. Verás a los campesinos con sus sombreros cónicos y el agua hasta las rodillas, sembrando el arroz acompañados de sus búfalos de agua. También se pueden ver a los pescadores que aprovechan para pescar los peces que viven en las lagunas inundadas y se alimentan de arroz.

Hay varios arrozales en la zona de Ubud pero uno de los más bonitos es Tegallalang, a 15 km de la ciudad. Están al costado de la carretera y se pueden visitar. Los arrozales Jatiluwith están en la zona de Tabanan, a dos horas en coche de Ubud.

El Bali de los mil templos

En la isla de Bali, hay tantos templos como casas. El balinés es un pueblo que ora. Cuando recorras la isla, escucharás el sonido de las orquestas de gamelán que indican la celebración de alguna ceremonia religiosa a la que perfectamente se puede asistir. El único requisito es cubrirse las piernas con los sarongs, telas multicolores que se anudan a la cintura como una pollera.

Un imprescindible para visitar es el impresionante templo marino Pura Lahur Ulu Watu, situado en un acantilado en la península de Burkit. Se ubica a doscientos metros sobre el nivel del mar y su emplazamiento lo hace uno de los templos más bellos de Bali. Ojo con los monos cleptómanos que merodean las escalinatas y roban pasaportes, sombreros o teléfonos.

A una hora de Ubud hacia el sur de la isla, está el templo de Tanah Lot. Construido sobre un islote rocoso en medio del mar, es la imagen más bella de Bali. Imprescindible verlo al atardecer o al amanecer con las olas rompiendo en las rocas.

A 36 km de Denpasar y junto a la playa, el templo Puru Goa Lawah está excavado en una cueva poblada de vampiros que, cuenta la leyenda, sirven de alimento a la mítica serpiente Basuki que habita en su interior.

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