Annecy, en el sureste de Francia

Un día en Annecy, Francia: guía paso a paso para enamorarse de la “Venecia de los Alpes”

Si estás planeando una escapada al sureste de Francia, Annecy es una parada obligada. Conocida como la “Venecia de los Alpes” por sus canales, su lago cristalino y su encantador casco antiguo, esta ciudad parece salida de un cuento. Ubicada a 145 km de Lyon y 45 km de Ginebra, Suiza, es ideal para recorrerla en un solo día. Annecy combina paisajes de montaña, historia medieval y delicias gastronómicas. Si estás por viajar a esta región, te propongo un itinerario «Un día en Annecy» para aprovechar al máximo 24 horas en este rincón mágico de la Alta Saboya.

Paso a paso, un día en Annecy

9:00 – Desayuno con vista en el casco antiguo

Empezá el día en una de las terrazas del centro histórico. Te recomiendo buscar una mesa en la Rue Sainte-Claire o cerca del canal Thiou. Pedí un café au lait y un croissant, o si tenés más hambre, una tartine con mermelada local. Mientras desayunás, vas a disfrutar de las fachadas color pastel, los balcones con flores y el murmullo del agua que atraviesa la ciudad.

10:00 – Paseo por el Viejo Annecy

Con energía renovada, es hora de explorar el Vieil Annecy, el casco antiguo. Perdete entre callejuelas adoquinadas, puentes peatonales y galerías porticadas. Visitá el Palais de l’Isle, una antigua prisión en medio del canal, símbolo de la ciudad. Desde afuera es una foto clásica, pero también podés entrar y conocer su historia.

Palais de l’Isle, en el Canal Thiou

11:00 – Visita al Castillo de Annecy

Subí al Castillo de Annecy, que domina la ciudad desde una pequeña colina. Fue la residencia de los condes de Ginebra y hoy funciona como museo. Desde sus terrazas hay vistas espectaculares del lago y los tejados del centro. El museo incluye arte, objetos históricos y exposiciones temporales.

12:30 – Almuerzo saboyano

Para el almuerzo, nada mejor que probar la cocina típica de la región. Buscá un restaurante tradicional y pedí una tartiflette (gratinado de papas, cebolla, panceta y queso reblochon) o una raclette si el clima es fresco. Si preferís algo más ligero, optá por una ensalada con quesos regionales y un vaso de vino blanco de Saboya.

14:00 – Caminata junto al lago Annecy

Después de comer, bajá hacia el Lac d’Annecy, uno de los lagos más limpios de Europa. Caminá por los Jardines de Europa y cruzá el romántico Pont des Amours. Desde allí podés seguir el paseo a orillas del lago, lleno de árboles, patos y vistas a los Alpes.

15:30 – Disfrutar el lago

Si el clima acompaña, aprovechá para hacer una actividad en el lago. Podés alquilar una bicicleta y dar un paseo por la costanera (hay una ciclovía que rodea gran parte del lago), o alquilar un bote a pedal o eléctrico para ver la ciudad desde el agua. En verano, incluso podés darte un chapuzón en las playas públicas.

Canal Thiou

17:00 – Merienda con crêpes o helado

De vuelta en el centro, es hora de una pausa dulce. Sentate en una crepería o heladería y disfrutá de una crêpe de Nutella, una galette bretona o un helado artesanal. En Annecy abundan las opciones para todos los gustos.

18:00 – Compras y recuerdos

Dedicá un rato a recorrer los pequeños negocios del centro. Encontrarás tiendas de productos regionales (quesos, vinos, embutidos), artesanías, lavandas, jabones y chocolates. Es el momento ideal para llevarte un pedacito de Annecy a casa.

19:00 – Cena al atardecer

Para terminar el día, elegí un restaurante frente al canal o con vista al lago. En verano, la luz del atardecer tiñe las fachadas de dorado, creando una atmósfera inolvidable. Podés cenar pescado del lago, como la féra o la trucha, acompañado de un vino local.

Annecy por la noche

21:00 – Último paseo iluminado

Antes de despedirte de Annecy, te sugiero una caminata nocturna por las calles del centro. Las luces reflejadas en el agua, los puentes iluminados y el ambiente tranquilo hacen que esta ciudad sea aún más mágica de noche.

Un día inolvidable en Annecy

Aunque es pequeña, Annecy tiene mucho para ofrecer. En solo un día podés descubrir su historia, deleitarte con su gastronomía, conectar con la naturaleza y vivir un ambiente encantador. Es el tipo de lugar al que uno llega por curiosidad… y se va soñando con volver.

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