Qué hacer en Iquitos, en el corazón de la Amazonía peruana. Rodeada por ríos, selva espesa y misterio, se encuentra esta ciudad única en el mundo: Iquitos, la más grande a la que no se puede llegar por carretera. Solo es accesible por avión o navegando durante días por el imponente río Amazonas. Esta característica la convierte en un destino fascinante para los viajeros que buscan salir de lo común y adentrarse en una experiencia selvática auténtica y transformadora.
Una llegada diferente: por aire o por agua
Olvídate del auto o del bus. Para llegar a Iquitos, las opciones son tan aventureras como el destino en sí. La forma más práctica es volar desde Lima (aproximadamente 2 horas), pero los más intrépidos pueden optar por navegar desde ciudades como Pucallpa o Yurimaguas en un lento y encantador viaje de varios días por el río Amazonas. Desde el primer momento, Iquitos te obliga a dejar atrás las prisas y los automatismos del mundo moderno.
Qué hacer en Iquitos
Navegar por el Amazonas: la selva en estado puro
Una de las principales atracciones es realizar excursiones fluviales por los ríos Amazonas, Itaya o Nanay. A bordo de pequeñas embarcaciones, podrás internarte en la selva y descubrir paisajes asombrosos: árboles gigantes, lianas infinitas, aves de mil colores y, con suerte, delfines rosados. Muchas excursiones ofrecen caminatas guiadas por la selva, visitas a comunidades locales y hasta la posibilidad de pasar una noche en un lodge ecológico, rodeado de los sonidos nocturnos del bosque tropical.
Visitar comunidades indígenas
En los alrededores de Iquitos se pueden visitar comunidades indígenas como los Yagua o los Boras, que conservan tradiciones ancestrales. Allí, los viajeros pueden aprender sobre su relación con la naturaleza, su medicina tradicional, sus bailes y sus artesanías. Estas visitas, si están bien organizadas, no solo enriquecen la experiencia del viajero, sino que también ayudan a preservar la cultura local y apoyar su economía.
Curiosear en el mercado de Belén: colores, olores y asombro
No hay que irse de Iquitos sin pasar por el mercado de Belén, uno de los más fascinantes y extravagantes de América Latina. Aquí se venden todo tipo de productos, desde frutas amazónicas hasta medicinas naturales, pociones «mágicas», carne de animales exóticos y pescados como el paiche, el más grande de la región. Al lado del mercado está el Barrio de Belén, famoso por sus casas flotantes que descansan sobre balsas o pilotes, dependiendo del nivel del río.
Dormir en la selva: lodges y ecoaventura
Los albergues ecológicos en la selva son el corazón de una experiencia amazónica completa. Muchos están ubicados a varias horas de Iquitos, accesibles solo en bote, y ofrecen alojamiento rústico pero cómodo, energía solar, excursiones diarias, comidas con ingredientes locales y guías naturalistas expertos. Dormir rodeado de la selva, escuchar los monos aulladores por la noche y despertarse con el canto de los tucanes es una vivencia inolvidable.
Pobrar la gastronomía amazónica: sabores únicos
La cocina de Iquitos sorprende con sabores potentes y exóticos. Algunos platos imperdibles incluyen el juane (arroz sazonado con cúrcuma, gallina, aceituna y huevo, envuelto en hoja de bijao), el tacacho con cecina (plátano frito con carne seca), o el inchicapi, una sopa espesa de gallina con maní y yuca. Para beber, prueba el masato, bebida ancestral a base de yuca fermentada, o el refrescante camu camu, una fruta con altísimo contenido de vitamina C.
Consejos prácticos para el viaje
- Mejor época para viajar: de mayo a noviembre, durante la estación seca.
- Vacunas recomendadas: fiebre amarilla y hepatitis A.
- Qué llevar: repelente, protector solar, botas impermeables, ropa ligera y de manga larga, impermeable, linterna y binoculares.
- Seguridad: Iquitos es generalmente segura, pero como en cualquier ciudad, hay que mantener precauciones básicas.
- Cómo moverse: en mototaxi dentro de la ciudad, y en botes o lanchas para explorar los alrededores.
Una ciudad atrapada entre río y selva
Iquitos es mucho más que una ciudad sin caminos. Es una puerta de entrada a uno de los ecosistemas más ricos y vitales del planeta. Es una experiencia sensorial total: el olor de la tierra húmeda, el canto de las ranas al anochecer, el vaivén del río, el calor envolvente. Es un destino en Perú que transforma al viajero, que lo enfrenta a una naturaleza inmensa, y lo invita a mirar el mundo con ojos nuevos.