Real de Catorce, enclavado en las montañas del altiplano potosino, es uno de los destinos más originales y enigmáticos de México. Este antiguo pueblo minero fue un centro de riqueza por la extracción de plata. Luego cayó en el abandono y el olvido durante décadas, hasta convertirse en un sitio de peregrinación espiritual y un atractivo turístico lleno de historia, misterio y belleza natural.
Hoy, Real de Catorce combina paisajes desérticos, vestigios coloniales y una atmósfera única que atrae a viajeros en busca de tranquilidad, cultura y conexión con lo sagrado. Forma parte de los 177 Pueblos Mágicos de México.
¿Dónde queda Real de Catorce?
Real de Catorce se encuentra en el estado de San Luis Potosí, al norte de México. Está ubicado a más de 2.700 metros sobre el nivel del mar, en la sierra del mismo nombre. Su ubicación aislada y su difícil acceso son parte del encanto: llegar hasta aquí implica cruzar un paisaje desértico y adentrarse en un túnel minero centenario.
¿Cómo llegar?
La manera más común de llegar es desde la ciudad de Matehuala, que se encuentra a unos 60 kilómetros de distancia. Desde allí, se toma la carretera hasta el pueblo de Estación Catorce, donde comienza una empinada subida por un camino de terracería que lleva hasta el túnel de Ogarrio, la única entrada vehicular al pueblo.
El túnel, de casi 2,5 km de longitud, atraviesa la montaña y es una experiencia en sí mismo: oscuro, húmedo y con paredes de piedra, es como una puerta al pasado. El acceso al túnel es controlado, por lo que es recomendable ir con paciencia o contratar un tour desde Matehuala.
También es posible llegar desde San Luis Potosí capital (a 4 horas en auto) o desde Monterrey (unas 5 horas), dependiendo del punto de partida.
¿Qué hacer en Real de Catorce?
Hay mucho por explorar en este pueblo mágico:
- Recorrer el pueblo: Sus calles empedradas, casonas coloniales, ruinas de haciendas y plazas silenciosas invitan a caminar sin rumbo, respirando el aire seco de la montaña. La Parroquia de la Purísima Concepción, del siglo XVIII, es uno de los puntos más emblemáticos.
- Paseo a caballo por la sierra: Es una de las actividades más tradicionales. Puedes contratar una cabalgata guiada para subir al Cerro del Quemado, un sitio sagrado para los huicholes o recorrer antiguas minas y miradores naturales.
- Visitar las minas abandonadas: Existen rutas hacia antiguas explotaciones mineras, como la Mina de Santa Ana, que evocan el esplendor y decadencia del lugar. Es recomendable ir con guía local.
- Explorar el Desierto de Wirikuta: Considerado un territorio espiritual por el pueblo wixárika (huichol), es una zona protegida donde crece el peyote, planta sagrada utilizada en rituales. Aunque la recolección está prohibida para los no indígenas, el paisaje por sí solo vale la visita.
- Peregrinaciones y fiestas tradicionales: Si vas en el mes de octubre, podrás presenciar la festividad de San Francisco de Asís, que convoca a miles de peregrinos. Es un momento vibrante donde se mezclan lo religioso, lo popular y lo ancestral.
La magia de Real de Catorce
Real de Catorce no es un lugar de atracciones masivas ni de vida nocturna. Es un sitio para detenerse, contemplar y sentir. Verás ruinas cubiertas de cactus, burros caminando por las calles, niebla sobre las montañas al amanecer y cielos estrellados como pocos en México.
La energía del lugar es palpable, cargada de historia, espiritualidad y silencio. Es ideal para desconectar del mundo moderno, reencontrarse con uno mismo o simplemente experimentar un México profundo, diferente y mágico.
Un destino para el alma
Real de Catorce es mucho más que un pueblo fantasma: es una cápsula del tiempo, un altar natural, un refugio para el viajero curioso. Si buscas un destino original en México, alejado de lo turístico y lleno de magia, este rincón del altiplano te espera con los brazos abiertos y el misterio intacto.